En el fondo no extraño tanto mi cuaderno rojo (ese tan bonito con una estampa de Mono Corp al frente que no terminé de escribir), como extraño a quien se lo llevó.
Recuerdo que me dijo que se lo quedaba aunque no lo hubiera terminado de usar no sólo porque los poemas que había en él eran para ella, sino porque tenía la ilusión de que la alcanzaría y junto con ella terminaría de escribir ese gran poema.
Quiero pensar que lo guardó en algún lugar seguro donde depositó todo lo que fuimos y que siguió adelante en su vida... o que le prendió fuego para olvidarme como tantas veces amenazó antes de que admitiéramos cuánto nos amábamos.
Hoy me trajo hasta aquí dos pensamientos o recuerdos completamente disímbolos: el comentario burlón de Hegel contra la frenología en la Fenomenología del espíritu y un verso mal citado de T.S. Eliot de La tierra baldía: no son los huesos que perdieron los muertos, sino las perlas que fueron sus ojos...
He estado pensando en eso, en los esqueletos, humanos y animales, de cómo los despojos son símbolo de lo que alguna vez estuvo vivo... Creo que todo tiene que ver con que en la época de ese cuaderno estaba pasmado/fanatizado con Hegel y Eliot y con cómo en este mismo momento va declinando el año y las cosas van "muriendo" para luego "renacer"...
Sería una historia bonita si no me la hubiera contado tantas veces a mi mismo... o si no me lo siguiera reprochando a mi mismo.
lunes, 15 de octubre de 2012
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